El número de toneladas de plástico que terminan en los océanos del mundo cada año (Fuente: UN). La contaminación oceánica por plástico es uno de los problemas más apremiantes de nuestros tiempos. A pesar de que mucho se discute al respecto, parece que poco se logra. ¿Por qué seguimos contaminando nuestros océanos? ¿Qué podemos hacer mejor?

Productivismo, consumismo y la sociedad ‘plastificada’

Vivimos en una sociedad plastificada. La sobreproducción de bienes y el consumo excesivo son los motores del sistema neoliberal productivista. Producir, comprar, tirar y volver a comprar es el proceso que nunca debe parar. Sin embargo, nuestro planeta tiene recursos limitados y lo que antes parecía progreso hoy se ha convertido en nuestra tragedia. Estamos inundados de basura y, especialmente, de plástico.

Solo en el año 2018, la producción de plástico alcanzó los 360 millones de toneladas –alrededor de 40 kg por persona– y se estima que para el año 2025 esta cifra se habrá duplicado (Fuente: von Wysocki 2019). Según Greenpeace, solo 9% de todo el plástico producido ha sido reciclado, 12% incinerado y el restante 70% va a parar a vertederos o a alguna de las 5 Islas de Basura que hoy flotan en nuestros océanos. Las medidas de manejo de desechos resultan insuficientes ante la abrumadora producción de plástico y como consecuencia este termina en nuestros océanos. Cuando el plástico llega al mar tarda décadas y hasta cientos de años en degradarse. La contaminación de los océanos es visto como uno de los problemas de contaminación transnacional más importante de nuestros tiempos. Alrededor del 80% de plástico que se filtra en el océano proviene de países asiáticos, entre ellos, China, Indonesia y Filipinas (Jambeck et al., 2015). La mayor parte es arrastrada al mar por ríos y cuerpos de agua y se estima que hasta 2.41 millones de toneladas de desechos de plástico entran por esta vía a los océanos cada año (Schmidt et al. 2017).

NooS · 8 Million tons per year: the marine plastic pollution

Las consecuencias de la sobreproducción de plástico

El impacto medioambiental de la contaminación por plástico amenaza no solo la salud de los ecosistemas marinos, sino también la seguridad alimentaria de los humanos, y contribuye al calentamiento global. Las aves y los mamíferos marinos confunden fácilmente el plástico con presas. Muchos mueren de hambre, ya que las partículas de plástico se quedan en sus estómagos y nos les permite comer. Otros mueren por laceraciones, infecciones o asfixiados en redes de pesca. 750.000 especies marinas se encuentran amenazadas, pues el mayor ecosistema de la tierra está inundado de plástico desde la superficie hasta el fondo del lecho marino (se ha encontrado plástico a 10.000 metros de profundidad) (Fuente: IUCN). Diminutas partículas de plástico (menores a 5 mm), también conocidas como microplástico, resultan ser especialmente dañinas y peligrosas para el medio ambiente y nuestras vidas. Hoy en día, el microplástico se encuentran presente en el agua que tomamos, los productos que utilizamos y los animales marinos que consumimos. Si bien todavía no se han estudiado a profundidad el efecto en el organismo humanos, se sabe que los químicos usados para la producción de plástico pueden contribuir al desarrollo de cáncer y disrupciones endocrinas.

Tecnología en pro de la salvación de los océanos

Para el 2050 se estima que en los océanos habrá más plástico que peces, si hoy no se toman las medidas para regular (y en muchos casos eliminar) el uso de plástico (Fuente: UN). Si bien la situación es alarmante, diferentes organizaciones, empresas sociales y gobiernos se han sumado en la lucha contra la contaminación por plástico. Uno de estos agentes de cambio es Boyan Slat, un científico holandés, quien en 2013 fundó la organización The Ocean Cleanup con el fin de desarrollar filtros de agua gigantes para quitar plástico de la gran Isla de Plástico en el Pacífico que tiene 3 veces el tamaño de Francia. Los filtros recogen los desechos de plástico –incluyendo microplástico– que son impulsados hacia ellos por la corriente oceánica, hasta una profundidad de tres metros, para evitar tener un impacto negativo en la vida marina, las algas y los microorganismos. Después grandes desafíos técnicos y varias críticas de la comunidad científica debido a posibles alteraciones del ecosistema marino, el sistema de filtros logró recoger basura del Pacifico por primera vez en el 2019. En el mismo año, Slat llevó sus soluciones al origen del problema, los ríos, y lanzó el Interceptor, un dispositivo en forma de barco capaz de recolectar 100.000 kg de basura por día en condiciones óptimas. The Ocean Cleanup tiene como objetivo abordar los 1000 ríos más contaminantes antes de finales del 2025. Su funcionamiento es autónomo, impulsado por energía solar y su barrera flotante solo abarca parte del río, es decir, que la movilidad d e embarcaciones y la fauna silvestre no se verán afectados. Actualmente, tres interceptores están funcionando en Yakarta (Indonesia), Klang (Malasia) y Santo Domingo (República Dominicana). La basura recogida tanto en océanos como ríos se lleva a tierra para ser reciclada.

OCEANETS es otro proyecto innovador que usa la tecnología para abordar la contaminación por redes abandonadas o desechadas, las cuales pueden continuar capturando fauna marina –también conocido como “pesca fantasma”. Estudios han revelado que anualmente se pierden entre 640.000 a 800.000 toneladas de redes de pesca, pudiendo permanecer en los océanos hasta 600 años. Si bien estas redes solo representan el 10% de la contaminación plástica oceánica, un estudio realizado por Greenpeace en 2019 encontró que hasta un 70% de microplásticos que se encuentran flotando en los océanos están relacionados con la pesca. OCEANTESpretende desarrollar herramientas GPS que permitan la geolocalización de basura oceánica (en su mayoría redes de pesca) para recuperarla, procesarla y reutilizarla en la industria textil. El objetivo es garantizar la viabilidad de una economía circular del equipamiento de pesca perdido.

Trabajo colectivo y cambio de paradigma

La problemática del plástico en los océanos requiere una colaboración multisectorial y multiactor que garantice soluciones eficientes y escalables. The Ocean Cleanup y OCEANETS representan algunos de los proyectos más innovadores para salvar a nuestros océanos, pero aislados no podrán generar el impacto que se necesita para abordar este apremiante problema. La raíz del problema está en la sobreproducción y el consumo de plástico. Los gobiernos, los institutos de investigación y la academia necesitan trabajar conjuntamente para rediseñar productos y repensar su uso y desecho. Así mismo, la industria debe asumir su responsabilidad como coroporate citizen poniendo fin a la producción de plástico desechable de un solo uso. Cada día son más los consumidores conscientes quienes con sus decisiones influyen en el tipo de producción sostenible que queremos alcanzar. Si las empresas quieren mantener la fidelidad de sus clientes, deben aumentar sus esfuerzos en la lucha contra la contaminación por plástico. El reciclaje ya no es suficiente; el planeta necesita un cambio en el paradigma del consumo perpetuo hacía el paradigma de “menos es más”.

Photography credit – Cover: Lubofsky